El Grande Complicación de IWC es un auténtico reloj de ensueño. Ha celebrado su 20.º cumpleaños con una nueva caja y uniéndose a la familia Portugieser. Por su idoneidad para el uso cotidiano y por su amplia variedad de fascinantes funciones, sigue siendo inigualable. Hay relojes y luego –con mucha menos frecuencia– está lo que podemos llamar un reloj de ensueño: una obra maestra. Una máquina del tiempo en el sentido más auténtico de la expresión, que queda patente gracias al factor "fascinación".
La gran sorpresa del salón de relojería celebrado en Ginebra a principios de año ha sido sin duda el Portugieser Grande Complicación de IWC, que se llevó todos los aplausos. A simple vista parece un reloj completamente nuevo; se trata, al mismo tiempo, del nuevo buque insignia de la famosa familia de relojes de Schaffhausen y una magnífica actualización de un legendario icono de la relojería.
Si algo dentro del campo infinito de la relojería se considera inalcanzable, tradicionalmente lo hemos entendido como un reto
"Grandioso" y "complicado" son los dos epítetos que mejor describen este prodigio de la Alta Relojería, ya que integra las mayores complicaciones de la relojería de los pasados siglos. Por otra parte, el Portugieser Grande Complicación aúna el arte de la alta relojería con la excelencia en el diseño.
El primer Grande Complicación hizo furor hace 20 años. "El Grande Complicación de IWC. Considerado imposible, y por tanto históricamente grandioso". Así lo publicaba un anuncio de 1990. Es el orgullo contenido ante un inigualable logro de la relojería que en aquel momento logró hasta doce patentes. "Si algo dentro del campo infinito de la relojería se considera inalcanzable, tradicionalmente lo hemos entendido como un reto", decía otro anuncio. Y no hay nada que añadir, incluso hoy, pero tampoco nada que quitar. O, para decirlo más sucintamente, usando el título del nuevo libro de IWC, era un caso claro de "tiempo de ingeniería". Y al más alto nivel.
Dos décadas después, y a pesar de un límite anual de producción de solo 50 relojes, el Grande Complicación original de IWC ha demostrado ser el reloj de mayor éxito de su categoría. Ello sin duda tiene que ver con su idoneidad para el uso cotidiano, su fiabilidad y su notable facilidad de uso. La riqueza de prestaciones del reloj que hay dentro de su caja es tal que la empresa puede sentirse orgullosa.
Por ello, este reloj cuenta con su propio lugar en el prestigioso Museo internacional de relojería de La Chaux-de-Fonds y, por supuesto, en el Museo IWC de Schaffhausen. Lo que, por otra parte, es una pena. Por el simple motivo de que todo "GC" que no esté cumpliendo debidamente sus tareas multifunción en la muñeca de su orgulloso dueño, en cierto modo no está logrando su objetivo. Y es que, en las inmortales palabras de Bruce Springsteen, ha "nacido para correr". Por otra parte, como dice otra frase bien conocida: "Tributo a quien se debe tributo". Porque la gran mayoría de los amantes de los relojes solo pueden aspirar a ver un reloj tan exclusivo "en vivo" si está expuesto.
La idea no era, obviamente, dejar que descansara entre las paredes de un museo. Porque, como obra de arte total, con funciones avanzadas tales como un calendario perpetuo independiente con indicación del año de cuatro cifras, el Grande Complicación de IWC sigue sin rival en el ámbito de las grandes complicaciones mecánicas.
El Portugieser Grande Complicación aúna el mejor arte relojero con la belleza de un diseño de realización perfecta
En 2003/2004 vivió un discreto relanzamiento con modelos en platino y oro amarillo. Sus sorprendentes agujas de tipo bastón fueron sustituidas por otras lanceoladas, aportándole un toque de elegancia. La esfera –disponible en plateado o en negro– también fue rediseñada para darle un aspecto más delicado y contemporáneo. Pero aparte de esto, todo lo demás seguía igual.
Hasta 2010, esto es, el año de los Portugieser. Fue en ese entonces cuando IWC convirtió su línea más exitosa de relojes y sus lazos espirituales con los famosos navegantes Portugieser en el centro de toda su actividad: con todo un tesoro de nuevos relojes Portugieser y con el Portugieser Grande Complicación en una caja de oro rojo de 45 milímetros. ¡Qué gran decisión! Cuando se trata de cajas para sus relojes, IWC probablemente nunca haya compartido la máxima irónica de su compatriota suizo Gottfried Keller, "el traje hace al hombre". Al menos en la medida en que da preferencia inequívocamente al contenido antes que a la apariencia exterior. También eso forma parte de la identidad de la marca. Pero al llevar su Grande Complicación a la familia Portugieser, ha encontrado un hogar adecuado para la estrella de la colección.
Durante un tiempo, se fabricarán ambos modelos en paralelo, siempre dentro del límite máximo establecido de 50 relojes por modelo y año. Lo cual quiere decir que quien prefiera el tamaño ligeramente menor de 42 milímetros, en platino o en oro rosa, sigue teniendo esa opción. Sea cual sea su elección, él –o ella– será una de las pocas personas privilegiadas que lleven este reloj en la muñeca.
El Portugieser Grande Complicación es todo un espectáculo. No solo por su caja de mayor tamaño, sino también por la perfecta yuxtaposición de los característicos toques de estilo Portugieser con sus funciones de Alta Relojería tradicional, todo ello organizado en torno al centro de la esfera. De tamaño notablemente mayor, la esfera está ubicada bajo un cristal de zafiro con revestimiento antirreflectante en ambos lados, con gran amplitud de espacio para mostrar perfectamente los elementos antes citados. Entre estos están los preciosos numerales arábigos de oro rojo macizo con apliques, que van del 1 al 12 y cuya armonía y claridad solo se ven interrumpidas por otras funciones del reloj en el "10".
Tampoco le restan ni un ápice de belleza las múltiples y complejas indicaciones del calendario perpetuo autónomo organizadas alrededor del centro de la esfera, con nueve agujas, fases de la Luna y año de cuatro dígitos. El viejo problema de cómo organizarlas en una esfera relativamente pequeña sin restar legibilidad y sin sobrecargar el espacio disponible ha sido resuelto de manera admirable. Y hablando de la hora: la aguja de la hora, con su elegante forma de hoja, apenas toca los números. Y, como corresponde, el minutero, más largo, se desplaza por el círculo de los minutos en el clásico estilo "ferrocarril".
La ordenada disposición de la esfera ha sido en parte posible gracias a una llamativa característica que distingue claramente al anterior Grande Complicación de su versión hermana Portugieser. La membrana acústica del modelo anterior, que se ocultaba bajo un realce abultado y amplificaba el sonido del repetidor de minutos hacia el lado de la esfera, no está en el Portugieser Grande Complicación. En consecuencia, el bisel es mucho más fino y en consonancia con el estilo original del diseño Portugieser. Así, los diseñadores han encontrado una solución distinta para la cuestión de la amplificación, logrando mantenerla bajo cubierta, por así decirlo. Se ha colocado, de manera precisa en relación con el cristal de zafiro, una placa acústica que va conectada al soporte donde están montados los gongs, lo que amplifica el sonido. El resultado es impresionante.
Su idoneidad como reloj de uso cotidiano unida a su facilidad de manejo siempre ha sido una característica que lo distingue
Pero los diseñadores también han hecho maravillas en otro ámbito crítico del caso Grande Complicación. Su idoneidad como reloj de uso cotidiano unida a su facilidad de manejo siempre ha sido una característica que lo distingue. Cuando apareció por primera vez en 1990, los ingenieros ya habían solucionado un problema específico que venía afectando a todos los relojes de repetición: la apertura de la corredera que enrolla y libera el mecanismo de repetición de los minutos.
Gracias a un eje sellado, que es empujado oblicuamente desde la parte superior al fondo del lateral de la caja cuando la corredera de repetición está abajo, y que transmite el movimiento a la palanca de activación, fue posible proteger el complicado movimiento a 1 bar de presión, haciéndolo resistente a las salpicaduras de agua. En aquel momento, supuso una pequeña sensación. En el Portugieser Grande Complicación se ha desarrollado este sistema patentado. Y gracias al nuevo método de transmisión del sonido mediante la placa acústica, ahora el reloj es hermético hasta 3 bares. En un reloj como este, que es un elocuente recordatorio del legado de los navegantes Portugieser, y que por ello cuenta con un sextante finamente grabado en la parte posterior, se trata de una cuestión de necesidad. Y es que la posibilidad de que entre hoy en contacto con el agua significa que por fin puede ser utilizado en las cubiertas que son el entorno natural de los navegantes apasionados.
El Portugieser Grande Complicación ha heredado una tecnología que resiste la prueba del tiempo y que distinguió a su predecesor: un movimiento cronógrafo del calibre 79091 con 657 piezas mecánicas que trabajan armoniosamente para facilitar las siguientes funciones: cuerda automática, cronómetro con tiempo acumulado de hasta 12 horas, repetición de minutos –una de las más avanzadas y fiables de su tipo– especialmente diseñado para este reloj y, por último pero no por ello menos importante, el calendario perpetuo autónomo inventado por Kurt Klaus. Inigualado hasta la fecha, facilita a su propietario no solo la fecha, sino también el día de la semana, el mes y el año, la década, el siglo e incluso el milenio, todo ello con indicación en cuatro dígitos. El calendario está programado mecánicamente para mostrar todas las indicaciones de manera sincrónica y no precisará corrección externa alguna hasta 2100. Además, está directamente conectado con la indicación perpetua de las fases de la Luna, que se desviará del ciclo lunar tan solo en un día después de 122 años. Esta desviación sería equivalente a una diferencia de 0,00066 días entre dos lunas llenas.
Sus complejos indicadores están insertos en el globo discretamente grabado en la esfera, que se muestra precisamente en el ángulo constante de inclinación de 23,4 grados de la Tierra con respecto al Sol. Después de todo, si merece la pena hacer algo, merece la pena hacerlo bien.
Una característica exclusiva que solo resulta evidente cuando se mira de cerca es la correa de piel de aligátor en ambos lados. Cosida a mano con oro rojo de 18 quilates, se cierra con un nuevo cierre desplegable de oro rojo con el símbolo de Probus Scafusia. Tal y como se espera de una obra maestra de esta magnitud.
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