La famosa línea Portofino de IWC refleja un diseño clásico en su simplicidad. Crear un reloj en el que "menos es más" nunca es sencillo y puede considerarse todo un logro estético. Como escribió Antoine de Saint-Exupéry:
Históricamente, la mayoría de los relojes del siglo XIX escondían sus complejos mecanismos en cajas con esferas y agujas de diseño depurado. El reloj de bolsillo clásico solía tener agujas rectas que apuntaban a índices planos o cifras finas. Su diseño era sinónimo de gran pureza y funcionalidad. Del mismo modo, IWC produjo relojes clásicos durante sus primeras décadas de vida: a menudo incluían esferas sencillas, incluso sobrias, de esmalte.
La actual línea Portofino es producto de esta pureza clásica. Estos relojes destilan lo mejor de la tradición y, de igual modo, son relojes preciosos con un aura de romanticismo.
Posiblemente todo empezó con los relojes de pulsera clásicos de IWC en los años 40 y 50 del siglo pasado, modelos sencillos y bien construidos con el legendario movimiento manual de calibre 89. Aquellos relojes de tres agujas, que indicaban la hora, los minutos y los segundos, incluían esferas redondas con una legibilidad tal que demostraba que no había nada más que quitarles.
La perfección no se alcanza cuando no hay nada más que añadir, sino cuando no hay nada más que quitar
Aún así, el primer reloj que recibió el nombre de Portofino evolucionó desde un reloj de bolsillo. En la década de 1970, IWC desarrolló un reloj de bolsillo sencillo con números romanos finos y agujas clásicas de estilo Breguet, así como una indicación de las fases de la Luna.
A principios de la década de 1980, el jefe de diseño de IWC, Hanno Burtscher, se reunió una noche en un bar con Kurt Klaus, entonces un joven relojero de IWC. Charlaron de manera informal sobre convertir un reloj de bolsillo clásico con indicación de las fases de la Luna (referencia 5250) en un reloj de pulsera. El diseñador garabateó unos esbozos en una servilleta. Su diseño era tan sencillo como el propio reloj: unas asas rectas saliendo de la caja y convirtiendo el reloj de bolsillo en lo que hoy conocemos con la referencia 5251, un reloj de pulsera. El resultado final era un nuevo reloj de bolsillo para la muñeca.
La época de mitad de los 80 fue un periodo de transición para IWC
En 1984 se lanzó la referencia 5251, que rápidamente empezó a conocerse con el sobrenombre de "Portofino gigante". Era un movimiento atrevido crear un reloj de pulsera clásico mayor de lo normal en una época en la que predominaban los relojes de pulsera de cuarzo. El Portofino gigante se fabricó en cantidades limitadas, sin duda debido a su inusual gran tamaño.
La época de mitad de los 80 fue un periodo de transición para IWC. La crisis del cuarzo de mediados de los años 70 hizo menguar, quizá incluso hirió de muerte, a la industria del reloj mecánico. Sin embargo, a mediados de los 80, se veían signos que indicaban que el reloj suizo podía renacer de sus cenizas. En el caso de IWC, un perspicaz nuevo líder, Günter Blümlein, revitalizó las líneas de productos de IWC. Animó a Kurt Klaus a desarrollar un nuevo calendario perpetuo y creó una línea de relojes deportivos, Porsche Design, para atraer a una clientela más joven. Además, quiso producir una línea clásica que reflejase el legado de la tradición relojera suiza encarnada en un producto moderno.
El Portofino gigante dio pie a una línea clásica. IWC decidió producir toda una línea de relojes Portofino que compartiese elementos de diseño. Estos relojes, sin embargo, contaban con un tamaño más tradicional, lo cual se hizo extensivo a muchos modelos a finales de la década de 1980 y principios de la década de 1990. Estos nuevos relojes Portofino eran más pequeños: normales para la época, pero diminutos según los estándares de hoy. Todos reflejan el mismo diseño depurado y clásico: relojes redondos con asas rectas, esferas sencillas con números y agujas clásicos.
Portofino, el pintoresco y romántico pueblo costero, se convirtió en los años 50 en el destino favorito de la gente rica y famosa, que buscaba el encanto de La dolce vita
El nombre de esta nueva familia de relojes, Portofino, se eligió sin duda debido al romanticismo que evocaba el pueblo homónimo de la Riviera italiana. Portofino, el pintoresco y romántico pueblo costero, se convirtió en los años 50 en el destino favorito de la gente rica y famosa, que buscaba el encanto de La dolce vita. Portofino irradiaba atemporalidad de igual forma que aquellos relojes clásicos de los 80. Eran atemporales en su diseño. Estaban creados en la década de 1980, pero su diseño podría haber pertenecido a la década de 1950. Un gran diseño siempre trasciende en el tiempo.
A finales de la década de 1980, muchos modelos de Portofino poblaban las páginas de los catálogos de IWC. El más digno de atención era la referencia 3513, un reloj clásico automático con fecha de 34 mm de diámetro. Debido a que aún estaba en auge la era del cuarzo, también se produjo un modelo con movimiento de cuarzo, la referencia 3331. En 1990, se introdujo otro modelo que era aún más sencillo: se trataba de la referencia 3514, en el cual la fecha se omitió por completo.
En 1988, también se lanzó un cronógrafo Portofino, la referencia 3731, que tenía una caja de 35 mm, sin duda para poder alojar el movimiento del cronógrafo, ligeramente mayor. Aunque, para seguir en la línea de lo compacto, IWC también produjo, esta vez en 1993, un Portofino ultrafino, con solo 32 mm de diámetro. La familia incluso vio nacer un Portofino con calendario perpetuo.
El principal reto con cualquier producto clásico, en especial con los de mayor éxito, es desarrollarlo, realzarlo y mejorarlo sin que pierda su esencia
La línea Portofino también incluyó numerosos modelos femeninos. Entre ellos se encontraban las referencias 6751, 9251 y 4531, así como la referencia 8441 con diamantes. Muchos de los modelos de hombre tenían esferas diferentes (había hasta 20), incluso había una de estilo militar: esfera negra con números arábigos blancos.
El nexo de unión entre todos estos relojes era su diseño clásico y sencillo. Formaban una familia que realmente podía identificarse como tal. Tenían un "parecido familiar" que quizá el filósofo alemán Wittgenstein podría explicar. En sus postulados, Wittgenstein establecía que las cosas que se consideran conectadas por una característica común, en realidad lo están por diversas similitudes superpuestas.
La familia Portofino era, y sigue siendo, un éxito de ventas de IWC, y lo hace desde la discreción. El principal reto con cualquier producto clásico, en especial con los de mayor éxito, es desarrollarlo, realzarlo y mejorarlo sin que pierda su esencia. IWC lo ha logrado con diversos modelos a lo largo de las dos últimas décadas.
La referencia 3513, especialmente popular pero de pequeño tamaño, el Portofino básico automático con fecha, que evolucionó a mediados de la década del 2000, convirtiéndose en un modelo de mayor tamaño, la referencia 3533, de 38 mm. Dicho modelo se ha convertido recientemente en la referencia 3565, esta vez con 40 mm.
Sentimentalmente, el atípico Portofino gigante seguía siendo el corazón de la familia Portofino
De igual modo, el clásico Portofino cronógrafo evolucionó para convertirse en un modelo de mayor talla, la referencia 3783, de 41 mm. El modelo creció para convertirse en el Portofino cronógrafo actual, referencia 3910, de 42 mm. Sin embargo, mientras estos modelos crecían de tamaño, en gran parte debido al cambiante gusto del consumidor, IWC también empezó a comercializar unos Portofino de tamaño medio, 34 mm, referencia 3564.
Sentimentalmente, el atípico Portofino gigante seguía siendo el corazón de la familia. Cuando IWC decidió celebrar su 140 aniversario en 2008, introdujo una colección vintage con nuevos modelos basados en modelos icónicos. Para la línea Portofino, IWC introdujo la referencia 5448, un modelo Portofino de 46 mm con una indicación de fases de la Luna. Esto quizá sirvió de inspiración para los modelos contemporáneos Portofino Ocho Días de 45 mm, referencia 5101 y 5161, con una indicación de fecha mayor.
Si bien los modelos Portofino han aumentado de tamaño desde 1998 hasta hoy, en cada uno de ellos se refleja la misma alma y, por supuesto, el mismo diseño clásico y depurado. Probablemente, la familia Portofino es la que ha experimentado más variación de modelos en los últimos 26 años en IWC. Es el testimonio del valor del clasicismo y la belleza atemporal de la sencillez. Refleja el valor eterno de un diseño perfecto. Es más, demuestra que los conceptos puros pueden evolucionar hasta darse la mano con los gustos contemporáneos.
En su día se dijo de un artista que usó una línea para dar rienda suelta a la inspiración. Del mismo modo que la familia Portofino de IWC es pura como una línea y se ha usado para desencadenar una inspiración atemporal.
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