Una serie de melifluos repiques surge del reloj anunciando la hora bajo pedido con una precisión de minutos. Anteriormente, la gente dependía de la repetición de minutos para saber la hora incluso en la más completa oscuridad. Con más de 200 componentes individuales, este mecanismo es considerado la complicación más sofisticada que puede ser integrada en un reloj de pulsera. IWC alcanzó por primera vez este pináculo de la mecánica de precisión con su legendaria Grande Complicación de 1990. En la actualidad, la repetición de minutos tiene también un lugar en la familia Portugieser, y continúa conquistando a los amantes de la relojería.
En la vida moderna, con su ciclo de 24 horas, el paso del día a la noche es marcado por el alumbrado público y las luces de neón. La repetición de minutos anuncia el paso del tiempo acústicamente, evocando una época en la que no existía la electricidad ni las agujas luminiscentes. Los primeros relojes con repetición fueron producidos en el siglo XVII. Sin embargo, el mecanismo hizo su aparición en un reloj de pulsera por primera vez a principios el siglo XX. Cuando la corredera que se encuentra en un costado de la caja es accionada correctamente, un complejo mecanismo traduce la hora indicada en la esfera a una serie de tonos que son producidos por diminutos martillos al golpear dos gongs dentro de la caja. En primer lugar, repican las horas en el gong más grave. A continuación, golpes dobles en el gong más grave y más agudo indican los cuartos, y finalmente, repican los minutos en el gong más agudo.
LOS PRIMEROS RELOJES CON REPETICIÓN FUERON PRODUCIDOS EN EL SIGLO XVII
LA REPETICIÓN TIENE SU PROPIA FUENTE DE ENERGÍA AUTÓNOMA
A diferencia del cronógrafo o del calendario perpetuo, que utilizan la energía del movimiento básico, la repetición de minutos cuenta con su propia fuente de energía autónoma. Esta característica es esencial, ya que la activación de la repetición pone en marcha numerosos movimientos de palanca con alto consumo de energía. Al accionar la corredera, esta remonta una espiral de aproximadamente 10 veces su largo. La energía almacenada es suficiente para generar la serie más larga posible de repiques, 32, la cual ocurre dos veces al día a las 12:59. El sofisticado mecanismo conocido como “todo o nada” garantiza que nunca suene fragmentariamente una indicación acústica del tiempo. Una báscula y un gancho liberan la sonería únicamente cuando la corredera ha sido accionada correctamente.
LOS CARACOLES SON LOS ENCARGADOS DE TRANSMITIR LA HORA A LA REPETICIÓN
Pero, ¿cómo sabe la sonería cuántas veces debe golpear el gong? “La hora se transmite a través de una serie de caracoles que avanzan en sincronía con las agujas”, explica Kittlas respecto a la secuencia. Los caracoles de las horas, los cuartos y los minutos tienen diferentes ángulos de subida y bajada, profundidades de engranaje y muescas. Y de manera similar a las tarjetas perforadas en los inicios de la informática, pueden ser leídos mecánicamente. Una característica especial del diseño de IWC es que el cañón de minutos no es el punto de contacto entre el movimiento básico y el mecanismo de la repetición. De hecho, las rotaciones de la rueda de los minutos sirven para transmitir a los caracoles la información relativa a la hora. Los desarrolladores eligieron esta opción con el fin de separar claramente al mecanismo de los impulsos del módulo de calendario en la Grande Complicación y así garantizar la ausencia de interferencia.
Incluso cuando el mecanismo de la repetición se encuentra en fase de descanso, el movimiento básico no deja de proveer información relativa a la hora, pero solamente la lee cuando la corredera es accionada correctamente y la espiral es sometida a tensión. Simultáneamente, varias palancas interactúan con los caracoles para leer el número de repiques que deben ser transmitidos a la sonería. Esta información es transmitida, a través de distribuidores, a dos rastrillos: uno para las horas y los cuartos, el otro para los minutos. En una fase posterior, los dientes de los rastrillos activarán los dedos y darán inicio al repique de los gongs. Durante la fase de cuerda, los dos rastrillos se mueven hasta un punto en el que el número correcto de dientes reposa tras los dedos. Todo esto ocurre en fracciones de segundo.
POCOS RELOJEROS DOMINAN ESTE RETO.
Aunque para el propietario del reloj es muy sencillo activar este espectáculo acústico, su funcionamiento es sumamente complejo: “En un espacio limitado de 2,2 milímetros de altura, 220 piezas deben operar en conjunto con máxima precisión. En algunos lugares, el correcto funcionamiento del mecanismo depende de unas cuantas milésimas de milímetro”, explica Hansjörg Kittlas, jefe del departamento de montaje de movimientos especiales de IWC Schaffhausen. El montaje y ajuste de una repetición de minutos toma tres semanas y exige savoir faire, experiencia y maestría artesanal del más alto nivel. Solo unos pocos relojeros son capaces de fabricar completamente esta complicación en su propia manufactura.
Para IWC, el altamente ambicioso proyecto Grande Complicación sirvió de impulso y motivación para desarrollar una repetición de minutos propia. Dos relojeros, Dominique Renaud y Giulio Papi, dedicaron miles de horas al desarrollo de una solución que aún hoy sigue siendo superior, y que hizo su primera aparición en la Referencia 3770 de 1990. Más adelante, el mecanismo también fue utilizado en “Il Destriero Scafusia”, producido para conmemorar el 125º aniversario de la empresa. Actualmente, los delicados repiques que surgen del Portugieser Grande Complicación y del Portugieser Repetición de Minutos evocan las campanas marítimas de las fragatas que anunciaban el cambio de guardia.
EL SOFISTICADO DISEÑO GARANTIZA LA ESTABILIDAD
Con el fin de garantizar que esta voz sea escuchada sin importar las circunstancias de la vida del propietario del reloj, los ingenieros de diseño siguieron una antigua tradición de IWC, confiriendo una gran importancia a la creación de un reloj funcional y apropiado para el uso diario. El mecanismo está diseñado de tal manera que si por descuido se moviesen las agujas durante la fase de descanso, la repetición de minutos no se vería afectada. El rastrillo combinado de horas y cuartos es otra característica novedosa: significa que un solo componente integra la iniciación de los repiques de las horas y los cuartos. Además, los desarrolladores han reducido el tamaño del sistema que lee los cuartos, y el rastrillo de los minutos tiene una nueva forma con dientes internos. Por primera vez en la industria de la relojería, han creado también una rueda que desconecta la sonería del flujo de energía cuando se está armando la espiral. Todas estas ingeniosas características de diseño han logrado que la secuencia de repiques sea extremadamente estable.
EL ÁRBOL DEL BARRILETE MULTIFUNCIONAL CONTROLA EL PROCESO.
Una vez que el mecanismo de la repetición ha recibido la información necesaria y la espiral ha sido completamente remontada, el espectáculo puede comenzar: “En el árbol del barrilete se encuentra montado un mecanismo de control que consta de unas 15 piezas individuales. Este mecanismo garantiza que a los repiques de las horas se sucedan los cuartos y los minutos”, explica Kittlas, describiendo este complejo submecanismo. Para lograrlo, el rastrillo de las horas y los cuartos se engancha primero a la rotación del árbol del barrilete a través de un sistema de conductores y desembragues. Cada vez que uno de los dientes pasa por uno de los dedos, hace que el martillo golpee uno de los dos gongs. Una vez que han repicado las horas y los cuartos, el sistema de embrague conecta el rastrillo de los minutos al barrilete y se produce el repique de los minutos. Para garantizar que los repiques no se produzcan demasiado rápido y que la velocidad de la secuencia permanezca constante, aun cuando la espiral haya perdido tensión, el sistema cuenta con un moderador.
Los delicados tonos del reloj son creados cuando dos diminutos martillos golpean los gongs de acero de forma arqueada que corren en torno a la periferia del movimiento. La composición exacta de la aleación utilizada para los gongs, así como los métodos para fabricarlos, se cuentan entre los secretos mejor guardados de todo relojero especializado. En IWC, fueron necesarios numerosos experimentos con una variedad de materiales para lograr un sonido que cumpliese con las exigencias. Al igual que la cuerda de un piano, el largo vibrante de la espiral determina la tonalidad. Juntos, los gongs crean una cuarta melodiosa, y deben ser meticulosamente afinados a mano. Pero el material de la caja también influye en las tonalidades que escucha el propietario del reloj. El oro rojo y el oro amarillo oscilan particularmente bien. “Cada Portugieser Repetición de Minutos es único, y tiene una voz propia inconfundible”, comenta orgulloso Kittlas.
CADA VEZ QUE UNO DE LOS DIENTES PASA POR UNO DE LOS DEDOS, HACE QUE EL MARTILLO GOLPEE UNO DE LOS DOS GONGS
EL NUEVO PROCESO DE MANUFACTURA AUMENTA LA PRECISIÓN.
Sin embargo, el diseño no ha permanecido intacto desde su primera aparición hace más de 20 años. “La función básica sigue siendo la misma, pero nunca hemos dejado de mejorar el sistema”, afirma Kittlas. También se han empleado nuevos procesos de producción. El rastrillo de las horas y los cuartos se fabrica mediante un proceso litográfico especial que permite un nivel de precisión sumamente elevado. La producción de la compleja rueda de transmisión de los minutos, con seis brazos arqueados, es actualmente mucho más precisa.
Para Hansjörg Kittlas, la repetición de minutos pertenece a los más altos rangos de la relojería, junto al módulo astronómico del Portugieser Sidérale Scafusia. Y esto es precisamente lo que le intriga. “No deja de asombrarme ese momento cuando, tras numerosas semanas de un trabajo minucioso de alta concentración, esta pequeña y complicada construcción cobra vida y nos permite escuchar su voz”, explica. Una voz, claro está, reservada exclusivamente a un pequeño círculo de privilegiados amantes de la relojería.
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